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Pinar del Río, ¿Cenicienta?

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Foto: Rafael Fernández Rosell

Antes que el primero de enero de 1959 Fidel Castro Ruz emprendiera una revolución, la provincia Pinar del Río figuraba entre las más atrasadas de Cuba, fundamentalmente por sus bajos índices en materia de salud.

 Las cifras alarmaban pues, por ejemplo, por cada mil nacimientos, poco más de 60 niños morían a causa de las condiciones de insalubridad y la inexistencia de programas en pos del bienestar de la gestante y su bebé.

 El texto Síntesis Histórica de Pinar del Río, de un colectivo de autores, señala que la esperanza de vida no sobrepasaba en la mayoría de los casos los 53 años; o sea, que el solo hecho de nacer o vivir en Vueltabajo significaba una esperanza de vida de casi 10 años menos que la media nacional.

Foto: Rafael Fernández Rosell

 Disponer de 248 médicos en el territorio, para una proporción de uno por cada dos mil 500 habitantes, limitaba en gran medida las posibilidades de asistencia, principalmente para los pobladores de comunidades rurales o personas de bajos ingresos, quienes morían de males curables o por la ausencia de servicios dirigidos a todos.

 Rafaela Pérez Grado recuerda a sus 86 años la crudeza de esos tiempos, donde para ser atendido en alguno de los pocos servicios sanitarios de Pinar del Río, siendo pobre y con «buena suerte», debías vender tu voto a un político para poder tener una cama.

 Solo me pude operar de amigdalitis en la Casa de Socorro cuando después de esperar muchísimo me tocó el turno con un médico que venía de La Habana, y hacía cirugías gratuitamente por caridad, rememoró a la Agencia Cubana de Noticias.

 Esta región del archipiélago antillano ostenta hoy una tasa de mortalidad infantil de 4.3 por cada mil nacidos vivos, una de las más bajas del país, gracias a la sostenibilidad de la labor multidisciplinaria de los trabajadores del sistema.

 Porque en cada resultado confluye la dedicación de la atención primaria de salud y la secundaria, el quehacer de los médicos y enfermeros de la familia, ginecólogos, obstetras, clínicos, trabajadores sociales, psicólogos y todos los especialistas involucrados en la atención a la mujer desde la etapa preconcepcional.

Foto: Rafael Fernández Rosell

  A todo ello se adiciona el empeño de los profesionales en las instituciones pinareñas, especialmente en el bloque materno del hospital provincial Abel Santamaría Cuadrado y en el pediátrico Pepe Portilla.

 Un banco de leche humana, el Gotita de Vida, uno de los pioneros en el país, incide actualmente en el aumento de la supervivencia de los recién nacidos, al ofrecer el alimento a niños críticos, bajo peso o que no pueden ser amantados por sus progenitoras.

 También en el territorio resalta el rol de los hogares maternos, encargados de brindar cuidados a las embarazadas de riesgo, prevenir la anemia en gestantes bajo peso y compensar enfermedades crónicas.

 La red de genética se consolida en cada calendario y se introducen técnicas avanzadas para un mejor seguimiento prenatal a la gestante.

 Hace 66 años el triunfo revolucionario devolvió a todos los nacidos en Cuba el derecho a la dignidad, la igualdad de oportunidades y la dicha de sentirse realmente humanos.

  Y Vueltabajo dejó a un lado el calificativo de Cenicienta -atribuido por la situación imperante y la desidia de los gobiernos antes de 1959-  para convertirse en una provincia que, a pesar de las limitaciones de la nación, no renuncia a la vitalidad de sus principales programas sociales.

(Tomado de ACN)

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