Hace 70 años reinaba el silencio en los alrededores de la Granjita Siboney, poco antes del amanecer Fidel Castro reunió a un grupo de jóvenes que en instantes asaltaría el Cuartel Moncada, fortaleza militar de Santiago de Cuba.
«Compañeros: Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante (…)”.
Antes de la partida fue leído también el poema de Raúl Gómez García, uno de los asaltantes:
¡Ya estamos en Combate!
Por defender la idea de todos los que han muerto
Para arrojar a los malos del histórico Templo
Por el heroico gesto de Maceo
Por la dulce memoria de Martí.
A las 5:15 antes meridiano, del domingo 26 de julio, noche de carnaval y mañana de la Santa Ana, iniciaron las acciones.
No comenzó ese día la lucha, diría años después el líder histórico de la Revolución Cubana: “se reinició –afirmó– la marcha heroica emprendida en 1868 por Céspedes y proseguida más adelante por aquel excepcional hombre cuyo centenario se conmemoraba precisamente aquel año, el autor intelectual del Moncada: José Martí”.
El revés táctico sufrido al no alcanzarse los objetivos militares previstos en la acción, no modificó los resultados históricos de aquel hecho.
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La autodefensa de Fidel en el juicio por los hechos del Moncada, La Historia me Absolverá, fue una interpretación de la realidad del país, las necesidades del pueblo y su clamor de justicia social. De los hechos emergió como el verdadero guía, el hombre que señalaba con el programa expuesto en la vista oral, el camino de la Revolución.
Aquella fecha quedó marcada en la historia. Hace 70 años los cubanos rendimos honor a los jóvenes de la Generación del Centenario que encaró a la dictadura de Batista, en pos de transformar la realidad de entonces.
El asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, despertó la conciencia popular e inició el camino de la definitiva independencia.
El Informe Central al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba en 1975, al referirse a la significación de los sucesos del 26 de Julio afirmó:
“Esto no constituye un mérito particular de los hombres que elaboraron una estrategia revolucionaria que a la larga resultó victoriosa, ellos recibieron la valiosa experiencia de nuestras luchas en el terreno militar y político; pudieron inspirarse en las heroicas contiendas por nuestra independencia, rico caudal de tradiciones combativas y amor a la libertad en el alma del pueblo y nutrirse del pensamiento político que guio la revolución del 95 y la doctrina revolucionaria que alienta la lucha social liberadora de los tiempos modernos, que hicieron posible concebir la acción sobre estos sólidos pilares: el pueblo, la experiencia histórica, las enseñanzas de martí, los principios del marxismo-leninismo y una apreciación correcta de lo que en las condiciones peculiares de Cuba podía y debía hacerse en aquel momento”.
Han pasado 70 años y el simbolismo del 26 de julio nos acompaña, como en la mañana de la Santa Ana, seguimos en combate.
