Con la llegada del instructor de arte se consolida la escuela como la institución cultural más importante de la comunidad, aseguraba hace algunos años el líder de la Revolución Fidel Castro Ruz al referirse a una de las iniciativas encaminadas a funcionar como un ejército de la cultura cubana, en su defensa y salvaguarda.
Pero también alertaba Fidel de la necesidad de que la labor de esos profesionales se reflejara en el seno de la familia e incluso, más allá de las instituciones escolares a partir del vínculo con el resto de las instituciones culturales y sociales de la comunidad.
Porque el instructor de arte no es un ente estático, toda vez que desde la participación acerca a procesos de creación en todas las manifestaciones artísticas; y contribuye a incentivar el movimiento de aficionados. Por lo que en ese constante dinamismo en su formación confluyen vocación y talento.
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En tiempos en los que urge el rescate de valores de todo tipo, son figuras clave en la protección y promoción de la identidad y tradiciones culturales. Sin discriminaciones, propician el amor por las artes y la formación integral de niños, adolescentes, jóvenes y la población en general.
Ahora, es vital insistir desde edades tempranas en el gusto estético y el rechazo a lo vulgar y lacerante de los valores y principios que deben primar en toda sociedad.
¿Cómo lograr entonces el interés por productos culturales auténticos y de calidad? ¿Cómo conquistar con el buen arte? De ahí que la función educativa sea vital en un quehacer que con el paso de los años se ha afianzado.
Seguro recordará la presencia de los instructores de arte en escuelas, casas de cultura, proyectos y hasta en las comunidades, pues su importancia radica justamente allí, donde es más necesaria la labor artística o de orientación cultural. Y es que ese movimiento cuenta en Pinar del Río con unos 900 hombres y mujeres, la mayoría de ellos ubicados en centros de la educación, según información ofrecida recientemente por el semanario Guerrillero.
Decir instructor de arte es sinónimo de defensa del patrimonio cultural de la nación y de servicio comunitario consagrado al propósito de la Revolución de ser una sociedad basada en el conocimiento y la apreciación de las artes.