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La Coloma no se rinde

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Foto: Pedro Paredes Hernández

María Rosa Páez sueña todas las noches que nada de lo que ha pasado en su industria, sucedió de verdad. «Yo me acuesto, me pongo a ver fotos en el teléfono y me digo que esto es una pesadilla y que mañana tendremos trabajo otra vez», dice.

Pero la destrucción es tan real como esos barcos que ahora zarpan hacia las zonas de pesca, en los cuales los trabajadores de La Coloma cifran hoy las esperanzas de recuperación.

Desde que en la madrugada del pasado sábado un violento incendio destruyera la planta, María Rosa ha sido de las que se ha sumado a ayudar. Como ella, decenas de trabajadores de la planta, de las áreas administrativas, de las demás UEB de La Coloma, laboran desde hace varios días en la recogida de escombros y de estructuras carbonizadas en lo que fuera una industria «de primer mundo», encargada del procesamiento para la exportación del 45 % de la langosta que se captura en el país.

Yordan Nogueira Tapia, su director, comenta que los cálculos preliminares arrojan una afectación de más de 110 millones de pesos, buena parte de ellos en divisas.

No obstante, aclara que esa cifra pudiera elevarse, cuando concluyan las labores de demolición y recogida de desechos, y pueda evaluarse en detalle el estado de la instalación.

A simple vista, sin embargo, se sabe que los daños abarcan la totalidad de las líneas de producción, desde la preselección, el descole, la cocción y el empaque, hasta el precocinado, donde estaba el equipamiento más moderno, adquirido en 2022, en el que se incluía una clasificadora automática y tres embolsadoras con sus respectivos túneles de calor.

Además de las máquinas, las mesas y estantes de acero inoxidable, los equipos de clima, las paredes interiores, hechas de paneles metálicos, los falsos techos, las cubiertas de zinc y hasta un pedazo de la placa, también sucumbieron ante las llamas.

Ante esta situación, Yordan explica que entre las prioridades de su entidad, está asegurar las condiciones para que las 44 embarcaciones langosteras que hoy se encuentran de alta, salgan a pescar.

«Esa es la única manera de superar esta situación, porque la mayoría de los recursos que hay que comprar son importados, y hoy un porciento considerable de las divisas que generan nuestro grupo empresarial y nuestro Ministerio, proviene de la langosta».

«El esfuerzo de los pescadores va a ser mayor. Tendrán que permanecer más días alejados de sus casas, porque el traslado de lo que capturen será hacia otros territorios. Pero les hemos explicado que la recuperación depende en buena medida de lo que ellos sean capaces de hacer, para que el país tenga el dinero con que importar los recursos que nos hacen falta».

Con respecto a las 175 personas que laboraban en la instalación que se perdió, comenta que una parte se incorporará a una planta para el procesamiento del pescado, el cobo y el pepino de mar, y la elaboración de diferentes surtidos, como croquetas, medallones y masa de hamburguesa que también posee la entidad, y otros formarán parte de las brigadas que habrá que crear para la reconstrucción de la industria. En el caso de aquellos que no puedan reubicarse, se considerarán interruptos y recibirán el 60 % de su salario básico.

A pesar de la tristeza han sido reconfortantes las muestras de solidaridad y la actitud firme y optimista de los habitantes de este puerto pesquero del sur de Pinar del Río, convencidos de que este no es el final de la industria, sino apenas uno de esos golpes que depara la vida, del que se volverán a levantar.

(Tomado de Granma)

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