En una era en que la inteligencia artificial gana cada día en protagonismo y amenaza con suplantar a los seres humanos en muchas de las esferas de la vida, contar historias desde el arte del sonido, narrando bien, apelando a la sensibilidad y las emociones profundas, sigue siendo un patrimonio exclusivo de los hombres y mujeres de la radio.
Este medio, ya centenario, sobrevive ante audiencias cada vez más diversas, se adapta y encuentra nuevas maneras de hacer.
Sobre oportunidades y retos, Tele Pinar dialogó con el Doctor en Ciencias Humanas y Sociales Omar Rincón, profesor titular de la Universidad de los Andes en Colombia, durante la XII edición del Encuentro de jóvenes radialistas La Vuelta Abajo.
– ¿Qué le motivó a venir a un evento de un medio que se suponía que fuera superado por el auge de la televisión y las plataformas digitales?
“La radio está pegada a la cultura oral y la cultura oral es la cultura del todo de América Latina. Nosotros nos comunicamos desde la oralidad, por eso la radio va a motivar a cualquiera, aunque se hable que la radio es vieja.
“Las plataformas digitales han descubierto que si no tienen audio, no sirve. Entonces te das cuenta que la moda es el audio, en el WhatsApp, que se usa para escribir, hablamos. Para los asistentes virtuales, todo es hablado.
“La oralidad es tan potente que los inventores digitales descubrieron que si no lo tienen en cuenta, no está completa la tecnología. O sea, la tecnología tiene que creer en eso.
“Hoy nada desaparece, todo se transforma, y la radio se transformó”.
– A propósito de las nuevas tecnologías y sobre todo la inteligencia artificial, ¿hasta qué punto el hombre empieza a ser prescindible y reemplazable?
“Somos prescindibles o reemplazables si no le metemos a la comunicación lo nuestro, lo humano, lo que sabemos.
“Por ejemplo, a un presentador de noticiero, lo puedo reemplazar por la inteligencia artificial, porque si lee un telepronter, no piensa con su cabeza. Yo lo diseño y lee el telepronter mejor que yo. Para eso no se necesita un ser humano, lo hace un computador, con mejor voz, mejor vocalización y todo.
“La pregunta es, ¿que yo puedo hacer que la máquina no puede? Pues, contar historias de la gente, lo que pasa en la calle, lo que pasa de manera emocional contigo y eso, la inteligencia artificial nunca lo logrará porque tendría que imitar a cada cubano.
“Yo la he puesto hacer un artículo como Omar Rincón y lo escribe bastante bien. No lo hace tan mal, pero ese no soy yo. Está lleno de lugares comunes. Si no soy capaz de escribir distinto a como lo hace la inteligencia artificial, yo desaparezco. Tiene que ser por calidad, tiene que ser porque yo le meta eso que no tiene nadie más”.
– En la prensa cubana, usted ha señalado existen carencias y desafíos, ¿cuáles son y cuál sería la manera más atractiva de llegar al público?
“Creo que hay un problema: sabemos lo que nos gusta en la vida cotidiana, pero no lo pasamos a la comunicación.
“Es rarísimo. En toda América Latina sucede. La televisión pública de nuestro continente es malísima, porque justo antes de entrar al set, la gente es amena, divertida, simpática, humana y pasa a la cabina de radio o televisión y se vuelve otra cosa. Desaparece el ser humano.
“Yo creo que la regla es meter ese ser humano que somos dentro del aparato de radio o de televisión. Y eso no se hace porque los jefes dicen que así no se hace o porque la comunicación es cosa seria y no es una cosa humana. Y si seguimos así, estamos perdiendo al público y nos van a seguir ganando los influencers, por ser más humanos y no porque sean más inteligentes”.
– ¿Toca aprender entonces de los influencer, cuando se supone que sean ellos los que debieran hacerlo de nosotros y de la academia?
“Antes, la academia podía dictar la ley de la vida. Hoy, o aprendemos de la gente que está teniendo éxito o fracasamos. Es un acto de humildad que en lugar de decir que las siete reglas para ser un buen influencer son estas, y en la realidad no pasa esto, admitir que quien estoy equivocado yo.
“Yo puedo enseñar a investigar, a narrar. Lo que no puedo enseñar es a tener singularidad propia, a que tú seas tú.
– ¿Las nuevas tecnologías han hecho que la comunicación sea más democrática, pero, también han conseguido que sea mejor?
“Técnicamente, hoy es más posible hacer enunciación del mensaje porque ya no tenemos que ir a pedirle al dueño de la radio que nos deje hablar.
“Ya puedo hablar por mí mismo. Todo el mundo intenta hacerlo en la actualidad en Facebook, en Instagram, aunque no todos tienen la capacidad, porque eso es un trabajo.
“Si está el potencial, tengamos más de eso. Hoy cada cual consume lo que se le da la gana y eso es distintísimo. Yo puedo vivir viendo series y no pasa nada.
“Antiguamente, el que decidía era el dueño de la radio, de la programación. Todos piensan que la revolución fue de enunciación y yo creo que es de escucha”.
– Entonces, ¿hay poder de elección en el público o es la industria cultural la que te lleva a eso?
“Hay un algoritmo que te lleva a eso y por otro lado, si tú lo piensas, humanamente, a nosotros nos gusta.
“Los seres humanos somos conformistas. Uno construye un poquito el gusto y después de hcerlo, por ejemplo, a uno le gusta escuchar más de esa música, ver más de esas películas. De alguna forma el algoritmo nos hace la vida fácil.
“He sido muy crítico de la alfabetización mediática y digital en la actualidad, porque lo hace gente que cree que uno quiere pensar todo el tiempo.
“O sea, que tú quieres sentarte a ver televisión y quieres sentarte a pensar sobre el programa de televisión. Pero, el mayor uso de la radio, de la televisión, de la prensa, de los libros y ahora de lo digital es relajarse y pasar el tiempo.
“Entonces ese deseo ilustrativo va en contra de la realidad”.
– ¿Qué le parece que a las puertas del 2025, en Cuba haya jóvenes realizadores hablando, debatiendo y soñando desde la radio?
“A mí me impresiona desde siempre el potencial cultural y creativo de Cuba.
“La juventud cubana está formada por el arte. Dicen: “Yo quiero hacer algo”, y le meten. Crean música, crean comunicación y eso es súper interesante”.