No es el “karma”, ni la mano de Dios (con disculpa de los religiosos, que mucho están orando por el bien de la nacion), ni los shakras, ni la ubicación de los astros, ni la constelación que rige, ni una maldición. Fue un accidente provocado por un fenómeno natural.
No está “salao”. No tiene nada que ver con él. La única fatalidad que tenemos es la de estar a 90 millas de una superpotencia abusiva y hostil que desea dominarnos. Si no fuera por esto y tuviésemos un desarrollo económico como el de un pueblo que no estuviese bloqueado, todos los reveses vividos se sortearían de manera menos traumática, a pesar del dolor tan grande que siempre supondrá la pérdida de vidas humanas. No significarían en el plano económico, la afectación tan grande que significa cualquier desastre para una economía tan dañada.
No tiene “osogbo”. Está al pie del cañón poniendo el pecho a las balas siempre que hace falta, sin ápice de desmoralización. Hay que ver cuántos «sabelotodo», críticos del Washington Post, Sherlock Holmes caribeños, estadistas improvisados y etcs hubiesen hecho lo mismo en semejantes circunstancias.
El Gobierno no tiene un plan macabro para exterminar el país, no es un negligente irresponsable que no le importa cuántos cubanos mueran. No anda ocultando la bola sobre las causas de los siniestros. Lo que todos vemos es que se ocupa a brazo partido de dar la cara ante los problemas y hasta encontrar soluciones no para.
Los desastres no son muestra de que el sistema no da más. Ponen en evidencia su resiliencia. Habría que ver cuantas naciones del mundo aguantarían un bloqueo de Estados Unidos, no 63 años, una semana, sin colapsar y, además, sobreponerse a todas los trágicos eventos por los que ha atravesado el país en los últimos tiempos.
No se perdió la mística ni la épica de la Revolución cubana. Ni hay que fabricarlas de manera forzada. Épica y mística nacen orgánicamente del pueblo, como un gesto dramático pero auténtico y sin alarde, justificado por las circunstancias, cada vez que Cuba lo necesita, como siempre ha sido.
El pueblo de Cuba es heroico en su devenir colectivo y ha sido y seguirá siendo el protagonista principal de los momentos más trascendentes de nuestra historia y en el marco de ese esfuerzo colectivo nacen héroes entre los mejores de sus hijos que pueden ser de cualquier barrio, profesión, edad…
La unidad se produce por y se encarna en todos los buenos hijos de la nación en situaciones concretas, para salvar la patria. Y justamente es más fuerte cuando a nadie se le ocurre caer en individualismos. Ojalá ese sentido de lo que es útil y de lo que sobra nos guiara siempre.
La juventud no está perdida. Hay jóvenes, tanto entre los que se quedaron como entre los que se fueron, que se han desentendido del presente de la nación, pero hay otros, dentro y fuera de Cuba, capaces de arriesgar la vida por ella.
México y Venezuela han dado una muestra estremecedora de valor y solidaridad. No merecen menos que nuestro amor.
A Cuba la amamos mucho sus hijos, pero también muchas personas, colectivos, movimientos y naciones alrededor del mundo. ¡Cuba no está sola!
Tomado de Cubadebate