Ya estamos en la recta final de la temporada ciclónica, casi cerrando un noviembre que no quiso al final “marcar la tarjeta”, al menos en esta ocasión en que a muchos les parecía una “jugada cantada”.
Este último episodio lluvioso estuvo marcado por un área de bajas presiones que fue denominada como Ciclón Tropical Potencial Veintidós en su tránsito por el Caribe central, un término que desde hace varias temporadas es usado en nuestra área, pero que continúa siendo en ocasiones malinterpretado.
El término ciclón tropical potencial fue introducido en el esquema de trabajo del Centro Nacional de Huracanes (NHC, en inglés) en 2017. El objetivo: emitir informaciones sobre zonas o áreas de investigación con un alto potencial de convertirse en un ciclón tropical, pero que en un periodo inferior a las 24 a 48 horas representan una amenaza para algún territorio.
Es un término y no podemos considerarlo una categoría como la depresión tropical, tormenta tropical o huracán.
En la siguiente figura se muestra representadas con una letra L (por baja en inglés: low), las posiciones a partir de las cuales han sido catalogados como tal, los 27 que han ocurrido en nuestra área desde 2017 hasta 2022. Pueden ver que, aunque hay algunos casos en el océano Atlántico, son en puntos ya cercanos a tierra.
Antes de su introducción solo se comenzaban a emitir avisos y sus productos derivados (cono, etc.) una vez que se formaba un ciclón tropical. Si este se forma lejos de tierra a varios días de distancia, no es problema alguno, porque hay un tiempo suficiente para la preparación. Pero si ocurre próximo a tierra, se pierden horas preciadas en la preparación, a pesar de alertas tempranas.
En el siguiente gráfico se muestran ejemplos de organismos ciclónicos que fueron clasificados como ciclones tropicales potenciales y las diferencias de los tiempos de afectación con respecto a los avisos reales en azul (como ciclón tropical potencial) y si se hubiera esperado a su formación (en rojo).
Esta práctica permitió ganar en muchos casos más de 24 horas “de ventaja”. Dicha denominación hace disponibles esas informaciones y análisis, aun cuando no hay un ciclón tropical formado, lo que permite que aunque haya una gran incertidumbre en el pronóstico real, se puedan ir estimando los efectos y exista una ventana de tiempo para prepararse ante su llegada.
Es importante resaltar que, como generalmente se trata de organismos en formación –los cuales incluso pueden tratarse de ondas tropicales–, estos no tienen un punto o zona central de circulación, además durante este proceso puede relocalizarse o reformarse el centro. Ello induce un error en los pronósticos, mucho mayor que cuando estamos hablando de un organismo ya formado y que puede dar lugar a cambios en las predicciones.
Se les aplica una nomenclatura similar a la de las depresiones tropicales: un número, por ejemplo, esta última amenaza fue el Ciclón Tropical Potencial Veintidós, al ser ese el vigésimo segundo organismo o en este caso “probable organismo” ciclónico de la presente temporada.
Esta similitud y el nombre en sí de este término favorecen la confusión, más aún en el caso del idioma español, en que el adjetivo “potencial” toma el último lugar. A pesar de que esta es la séptima temporada ciclónica en que se utiliza, todavía algunos medios de prensa y población que los consulta les da un tratamiento mediático, que si bien contribuye a una mayor atención (quizás lo único positivo), puede generar falsas alarmas.
Por eso no es correcto decir que “se formó el Ciclón Tropical Potencial Veintidós”, ya que la categoría del sistema que puede dar lugar a un futuro ciclón tropical no ha cambiado, es decir, la situación que había justo antes de esta clasificación es la misma, solo que representa ya una amenaza a corto plazo para alguna nación.
Tampoco es correcto enunciar “el Ciclón Tropical Potencial Veintidós se convierte en la depresión tropical Veintidós, ya que lo que ocurrió fue la formación de una depresión tropical a partir de un área de bajas presiones (por ejemplo) que había sido catalogada como ciclón tropical potencial.
Algunas veces la formación ha ocurrido más tarde de lo pronosticado inicialmente, pero solo en casos excepcionales. En el siguiente gráfico podemos ver la cantidad de horas de diferencia entre la denominación como ciclón tropical potencial hasta que llega a clasificarse al menos como depresión tropical, de los casos entre 2017 y 2022.
Excepto Bonnie y Alex, que se “resistieron” un poco a más a formarse, el resto lo ha hecho en un rango inferior a las 36 horas, por lo que la longitud de las barras azules (en color naranja aparecen ciclones del Pacífico oriental) indica las horas de ventaja con que se empezaron a emitir estas informaciones.
¿Y qué ocurre si no “se forman”?
Según el NHC hasta el inicio de esta temporada, solo en tres ocasiones a partir de las áreas marcadas como “potenciales” no se han formado un ciclón tropical. Ya el 2023 añadió otra más.
De no formarse al menos una depresión tropical, se emitirán avisos y productos hasta que el sistema deje de ser una amenaza o la probabilidad de formación desaparezca. El número asignado se “consume” y se pasa al siguiente.
Esto es otro de los rasgos confusos que tiene en contra esta forma de trabajo. Por ejemplo, la siguiente depresión tropical (de formarse) sería la Veintitrés, lo que sin la presencia de ciclones potenciales no formados permitiría llevar un conteo, es decir que se habían formado 23 ciclones tropicales. Sin embargo, puede entre ellos estar colado un organismo que no tuvo desarrollo y la cantidad real de ciclones ser menor.
Es evidente que la introducción de este término ha contribuido a la toma de medidas con antelación a la formación de ciclones tropicales, aumentando la conciencia ante los efectos con un periodo relativamente corto para la ejecución de esas medidas, a partir de incrementar la atención al mensaje de aviso. Pero es un mensaje que es necesario que sea interpretado correctamente.
(Tomado de Cubadebate)
