El balneario de San Diego de los Baños, famoso por la calidad de sus aguas minero- medicinales, recibe a pacientes cubanos y extranjeros para aliviar diversos padecimientos.
Enclavado en el este de la provincia más occidental, en el municipio de Los Palacios, sus aguas medicinales están rodeadas de leyendas y fueron descubiertas en 1632; pero alcanzaron notoriedad internacional en el siglo XIX.
Su historia está vinculada a la etapa de la esclavitud, cuando Taita Domingo, con su cuerpo cubierto de llagas fue abandonado por el amo y se refugió en los tibios manantiales del río Caiguanabo o San Diego, donde lavaba sus heridas.
En 1891 se instauró el primer baño natural permanente, y a mediados del siglo XX se construyó la instalación de aguas termales, mineromedicinales y peloides.
Hoy cuenta con un colectivo de gran experiencia en tratamientos de enfermedades vinculadas al sistema ostiomioarticular, el sistema nervioso central y a afecciones dermatológicas.