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El arte verdadero nace del dolor

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Foto cortesía de Polizonte Teatro

“Si el dolor/no sabe/qué cosa /

es aquello/ante lo cual /entregarse /

entonces/conviértete/en dolor”

Leymen Pérez en Subsuelos.

Hacer de lo que nos hiere algo útil es una práctica a la que pocos llegan. Se necesita autocomprensión para asumir los daños, y valentía para transformarlos en beldad. El teatrólogo Roberto Caveda, en su doble condición de artista y doctor, se reconoce como un sanador de almas y cuerpos; pero él mismo, ha recurrido al arte para recobrarse de su dolor, marcado por la emigración y el desgarramiento familiar.

Dieciocho meses sellaron el tránsito de sus hijos hacia el Norte, su insomnio, la espera detrás de un teléfono; largas madrugadas en las que solo la creación pudo salvarlo. Así nació su Acción poética, obra que rompe los convencionalismos teatrales y museísticos, con un arte efímero, gestual, provocador y humanista; un arte aura [ 1].

Foto cortesía de Polizonte Teatro

En sus tres actos performáticos se instituye como una puesta irrepetible, que muestra un aura marcada por el dolor de sus protagonistas ante el éxodo -el Dr. Roberto Caveda y la actriz y directora del grupo Polizonte, Lisis Díaz- y al mismo tiempo conecta con las “lesiones familiares” de cada espectador.

El acto primero, refiere la contaminación emocional a partir de las redes sociales, sobre todo la que pesa en la mente de la juventud cubana. El segundo, critica a personas en posiciones altas con discursos estáticos que no convencen. El tercero, revive la escritura textual como un acto muy violento, para terminar mostrando la realidad de su familia y a él mismo, como ser dual.

Caveda es un intelectual de muchos propósitos, que ha sabido domar la palabra cargada de pensamiento bajo la síntesis estética. Cada elemento traído a escena alimenta el biodrama, como extensión del cuerpo del performer y la actriz: sus historias de vida y la migración de los hijos.  En ese sentido no hay una “distancia”[2] entre los personajes y el drama representado: son artistas expresando a través del arte, su dolor personal.

Foto cortesía de Polizonte Teatro

El espacio escénico emplaza signos con una representación geográfica del Norte y el Sur. Al centro, el performer construye la isla de Cuba con los restos de su vida y la ropa de Polizonte teatro. Cada objeto tributa a la dramaturgia simbólica, para narrar una historia sin necesidad de la representación teatral.

Foto cortesía de Polizonte Teatro

Los asistentes habituados a la programación de la sala Aurora Martínez debaten si el abigarramiento decorativo que presencian es escenografía o environment. De hecho, la obra estuvo indistintamente programada, colateral a la última edición del salón de arte contemporáneo, 20 de octubre, que auspicia del Consejo Provincial de Artes Plásticas en Pinar del Río y dentro del evento de la Uneac sobre artes escénicas, La Vitrina, también en Vueltabajo.

Acción poética es teatro y artes visuales al mismo tiempo. El espacio escénico es environment por la exposición de “basura sensible”, una categoría suscrita por el autor de la obra para clasificar los objetos familiares guardados por décadas, cargados de dramatismo tras la ausencia de sus seres más importantes. Entre esos objetos habitan los muchos recibos de electricidad de la madre, los juguetes de la infancia suya y de sus hijos, el quinqué para alumbrar las noches de apagones, el sillón en el que fue amamantado y alimentó a su prole… Su “basura sensible” del techo al piso, usa el espacio como un lienzo intervenido, evoca el action paiting, el Dadá, la Bauhaus, para instaurarse como un verdadero desafío a la creación conforme. Se vale también del videoarte en pantallas dispuestas al norte y sur de la sala teatral, con significaciones diferentes según la disposición geográfica, que en su mayoría tienen a Lisis Díaz como protagonista. De su actuación general es importante enaltecer su naturalidad expresiva, y su función ideológica dentro del argumento: ella es quien aporta las líneas de diálogo. Su partener, en cambio, tiene un valor simbólico y se define en la acción, no en el decir.

Estos materiales audiovisuales, junto a la música instrumental en escena, el barroquismo objetual y la propia ejecución teatral de los actuantes, contribuyen a la multisensorialidad. Esa estimulación simultánea a los sentidos, es un rasgo predominante en el arte contemporáneo, fundamentada en teorías sobre la captación de la obra de arte por medio del inconsciente.

Foto cortesía de Polizonte Teatro

Acción poética es emoción contenida mostrándose en su estado puro; intertexto y posibilidad real para que los espectadores encuentren su historia en ella; es cada fragmento sentimental que presume la huella genealógica y el poder espiritual de personas que piensan en el otro. Refleja la partida que muerde a los cubanos, hoy. Es un acto de rebeldía contra el dolor.


[1] El filósofo y crítico literario alemán, Walter Benjamín, describió que toda obra de arte tiene, “su unicidad, es decir, su aura”. Por tanto, cada obra es única, con independencia de las reproducciones que de ella pueden hacerse. El aura no es reproducible ni falsificable; está atada a su presente y al momento de su ejecución, como un lazo espiritual con su creador. No existe copia de ella, es la mismísima esencia de la obra. En el teatro, el actor y la obra están unidos a su aura en su interacción directa con el público.

[2] García Barrientos, define en relación con el personaje tres aspectos de la distancia personal: temática, interpretativa y comunicativa.

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