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Intervención en la XXV Cumbre de la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos

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(Versiones Taquigráficas - Presidencia de la República)

Gracias, querido Presidente y hermano de la República, también hermana, Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, y, en primer lugar, decir que acogemos y apoyamos todas estas ideas y reflexiones que tú has compartido con nosotros como introducción a esta histórica Cumbre del ABA.

Querido Comandante Daniel Ortega Saavedra, copresidente de la hermana Nicaragua, y compañera Rosario Murillo, copresidenta también de esa hermana República;

Queridos primeros ministros de las naciones hermanas del Caribe, Roosevelt Skerrit, de Dominica;  Philip J. Pierre, de Santa Lucía;

Estimados ministros de Asuntos Exteriores de los países que conforman el ALBA;

Compañero Rander Peña, Secretario Ejecutivo del ALBA-TCP;

Jefes de delegaciones, y representantes de las naciones que integran nuestra Alianza;

Invitados y participantes:

Yo, en primer lugar, Maduro, quisiera trasladar un mensaje de apoyo y solidaridad a las naciones del área que, como Cuba, fueron dañadas por el huracán Melissa y que aún hoy enfrentan los estragos de tan colosal y destructivo fenómeno meteorológico, y aprovechar para llamar una vez la atención sobre el tema del cambio climático.   

El cambio climático no es fruto de una teoría de la conspiración, ni tampoco forma parte de un plan de la izquierda para generar estados de opinión, como algunos tratan de mostrarlo.  El cambio climático es una realidad y los ejemplos que tenemos en la región y alrededor del mundo así lo demuestran.  El tiempo que les queda a los pueblos y naciones para alcanzar el punto de no retorno es cada vez menor y, por tanto, si se continúa por el camino del consumismo irracional, definitivamente, la especie humana está condenada a perecer.

Estimados Jefes de Estado y de Gobierno, hermanos:

América Latina y el Caribe, ese maravilloso y diverso mundo al que martianamente llamamos Nuestra América, encara hoy amenazas que no tienen precedentes en las últimas décadas.

La Doctrina Monroe salió del closet.  Ya no se esconden los apetitos imperiales; muy por el contrario, se exhiben sin pudor, como hace más de un siglo, mediante la diplomacia de las cañoneras.

Como en el pasado neocolonial, el imperialismo cree que tiene el poder para imponerse por la fuerza sobre la independencia y el derecho a la libre determinación de las naciones del hemisferio.  Asume, sin moderación, autoridad y prerrogativas que no tiene para amenazar con el uso de la fuerza todo lo que habita en lo que irrespetuosamente denomina su “patio trasero”. 

Las renovadas pretensiones colonialistas de la Doctrina Monroe se muestran constantemente en los anuncios y en las acciones amenazantes contra Venezuela, como preludio de lo que supondría una agresión tan irresponsable como riesgosa, un nuevo corolario, heredero del desprestigiado y derrotado corolario Roosevelt.  Ahora tenemos el corolario Trump.

La política del gran garrote y la diplomacia de las cañoneras, con su criminal prontuario de agresiones y atropellos contra los pueblos, es el pasado de la región, ¡no podemos permitir que sea el futuro!

La nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, del pasado mes de noviembre, incorpora un enfoque aún más agresivo y ofensivo a esa vetusta pero muy peligrosa doctrina.

América Latina y el Caribe no es patio trasero, ni siquiera delantero de nadie.  Nosotros somos Estados soberanos.  Los recursos y las riquezas naturales de nuestras naciones pertenecen a nuestros pueblos, como patrimonio inalienable que ningún otro país por poderoso que sea, tiene derecho a reclamar o ambicionar.

Solo cada nación tiene las prerrogativas de disponer sobre esas riquezas, en la manera que entienda conforme a sus derechos soberanos, con debido respeto y consideración al equilibrio natural y ecológico del planeta, libre de injerencias y pretensiones hegemónicas de cualquier otro país.

El despliegue naval ostensible, exagerado e injustificado de las fuerzas navales de los Estados Unidos en el mar Caribe y la deliberada amenaza de agresión militar contra la nación bolivariana revelan un propósito hegemónico y criminal que debe poner en alerta a todos los pueblos y gobiernos del continente.  Es un peligro que se debe denunciar de la forma más resuelta, y, desde Cuba, hoy aquí en esta Cumbre del ALBA, lo condenamos en los términos más firmes y categóricos.

Denunciamos también el reciente asalto e incautación de un buque petrolero por parte de las fuerzas militares de los Estados Unidos, que demuestra de manera irrefutable las verdaderas intenciones de este despliegue.  Condenamos enérgicamente este vil acto de piratería y robo de los recursos del pueblo venezolano, que constituye una grave violación del Derecho Internacional, contraviene los principios de la libertad de navegación y del libre comercio, y perjudica, no solo a Venezuela, sino a la comunidad internacional en su conjunto.  Estamos ante los nuevos corsarios y piratas del Caribe.

El Gobierno estadounidense debe saber que nadie cree en los falsos pretextos que esgrime para amenazar a Venezuela.  Su declarada guerra contra el narcotráfico, el aparatoso despliegue de naves militares, los ataques a embarcaciones y los asesinatos indiscriminados que se han cometido, no buscan poner freno a la entrada ilegal y mucho menos al consumo de narcóticos en los Estados Unidos.  Pero eso no les importa,  confían en que podrán provocar temor o debilidad entre los líderes políticos, entre las fuerzas populares y los gobernantes de la región.

Cometeríamos un error y traicionaríamos más de 200 años de lucha por la independencia  de nuestra América si los gobiernos latinoamericanos y caribeños cejamos en el deber de enfrentar con firmeza la pretensión hegemónica recién declarada por el Gobierno de los Estados Unidos.

Ratificamos el firme compromiso con la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, aprobada, como tú decías, en enero de 2014 durante la II Cumbre de la CELAC en La Habana.  Su defensa constituye hoy una premisa de la más alta prioridad y una obligación ante nuestros pueblos.

Reiteramos la importancia del diálogo respetuoso y civilizado para la resolución pacífica de conflictos, controversias y diferencias.  Condenamos el uso o amenaza del uso de la fuerza para la consecución de intereses, en contravención de la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional.

Y reiteramos, una vez más, el más firme respaldo a la Revolución Bolivariana y Chavista, y al compañero presidente, nuestro hermano Nicolás Maduro Moros, empeñado en defender, al precio de cualquier sacrificio, la heroica historia de la hermana República Bolivariana de Venezuela, que nos ha dado sobrados ejemplos de gallardía, resistencia y victoria ante las adversidades en líderes de la talla de Simón Bolívar, Antonio José de Sucre y Hugo Chávez Frías.

Estimados Jefes de Estado y de Gobierno, amigas y amigos del ALBA:

La verdadera integración latinoamericana y caribeña será en extremo difícil si se siguen aceptando las exclusiones arbitrarias y la censura en los foros multilaterales, como ha sucedido en las últimas Cumbres de las Américas, incluyendo el más reciente intento malogrado de celebrar este evento hemisférico este diciembre.  La decisión de excluir a Venezuela, Nicaragua y Cuba respondió claramente a las directrices del Gobierno de los Estados Unidos.  Lamentablemente, algunos países de la región se plegaron, dando la espalda a la virtud, la dignidad y el respeto entre los pueblos.

Las exclusiones van contra la esencia del multilateralismo y contra el principio de la igualdad soberana de los Estados y el Derecho Internacional, al valerse del chantaje, la intimidación, la amenaza y el uso de la fuerza como métodos de coerción contra países independientes y soberanos.  

El imperialismo y las oligarquías nacionales de los países de la región apuestan por el gastado recurso de “divide y vencerás”. Intentan así promover el enfrentamiento y los conflictos entre naciones del continente y sabotear, en consecuencia, los esfuerzos por el fortalecimiento y consolidación de los mecanismos de concertación regionales independientes y genuinos entre nuestros países.

Se proponen, asimismo, destruir o impedir el surgimiento de gobiernos soberanos que implementen políticas sociales y puedan convertirse en adversarios naturales del capitalismo global y depredador y de la hegemonía estadounidense, pues ello se erigiría en el principal obstáculo para la apropiación de los recursos naturales de las naciones por parte de las grandes transnacionales al servicio del capital.

Estados Unidos, en su afán por destruir a los gobiernos progresistas de la región y haciendo acto de su prepotencia, se inmiscuye de manera abierta en los procesos electorales para tratar de imponer a candidatos de derecha afines a sus apetencias imperiales.  Eso lo demuestra el reciente proceso electoral en Honduras, muestra fehaciente de la injerencia desvergonzada del imperio para impedir que el pueblo hondureño pudiera elegir a su gobierno de manera libre y soberana.

Otra expresión de estos modos de hacer es la aplicación de medidas coercitivas unilaterales contra países que no se alinean con los intereses de los Estados Unidos y el Occidente geopolítico. Tales acciones no solo causan un daño directo y deliberado a la soberanía e independencia de los Estados, sino que también quebrantan el principio de no intervención en los asuntos internos y obstaculizan los esfuerzos de estos países por promover el legítimo desarrollo de sus pueblos.

Reclamamos aquí el cese inmediato y sin condicionamientos de todas estas medidas, una demanda que ha sido históricamente respaldada por la comunidad internacional, como se ha reflejado en las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas y del Consejo de Derechos Humanos, así como en múltiples declaraciones del Movimiento de Países No Alineados, del Grupo de los 77 y China, y del Grupo de Amigos en Defensa de la Carta de las Naciones Unidas.

Como ustedes conocen, Cuba ha vivido durante más de sesenta años bajo un férreo y brutal bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de Estados Unidos, el más severo y prolongado sistema de medidas coercitivas unilaterales que se haya impuesto jamás a una nación.

Los efectos del bloqueo impactan en todos los ámbitos de la sociedad; ninguna familia cubana se libra de ellos. La escasez de alimentos y medicinas, los cortes de electricidad, las dificultades para obtener combustibles en el mercado internacional y la imposibilidad de realizar reparaciones y mantenimiento a la infraestructura electroenergética son algunas de las complejas realidades que enfrentamos las cubanas y los cubanos.

Desde 2019 el bloqueo contra Cuba ha alcanzado niveles extremos, volviéndose cada vez más cruel e inhumano. Las consecuencias se han intensificado con la inclusión arbitraria de Cuba en la espuria lista unilateral del Departamento de Estado sobre supuestos países que patrocinan el terrorismo. Tras concluir su reciente visita al país y presenciar de primera mano la realidad del pueblo cubano, la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre el impacto negativo de las medidas coercitivas unilaterales en el disfrute de los derechos humanos llamó al Gobierno de Estados Unidos a levantar o suspender todas las medidas coercitivas unilaterales aplicadas contra Cuba.

Agradecemos a los países que han apoyado, y continúan haciéndolo, el reclamo porque se ponga fin al genocida bloqueo contra Cuba. 

El pueblo cubano, heredero del legado de nuestros héroes y mártires y fiel a las enseñanzas de Fidel y Raúl, ha dado incontables ejemplos de resistencia y de voluntad de lucha para hacer frente a las maniobras imperiales y defender la independencia y soberanía de la patria. 

Queridos Jefes de Estado y de Gobierno, amigas y amigos:

En un contexto tan adverso y peligroso resulta primordial, para labrar los caminos propios, recordar e inspirarnos en las figuras fundadoras del ALBA.

Como decía Maduro, hoy se cumplen 21 años del nacimiento de esta Alianza, de la mano del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y del Comandante Hugo Chávez Frías, dos gigantes que dedicaron sus vidas a continuar la obra iniciada por Bolívar y Martí, en interés de alcanzar la verdadera integración de los pueblos de nuestra América.

Como expresara el Comandante Chávez: “[…] el ALBA es el comienzo, es la aurora de una nueva era, de un nuevo mecanismo de cooperación; es cooperación, no es mercado; no es competencia, es complementariedad, es solidaridad; es colocar al hombre por delante, al ser humano, lo social por delante, no el mercado”.

En fecha reciente, como expresión de nuestras convicciones y principios, se cumplieron 20 años desde que, en Mar del Plata, nuestros pueblos enterraron al ALCA abominable que pretendía subyugar y arrastrar a las naciones a una nueva etapa de colonización.

Hoy la historia nos convoca a convertirnos, sin demora, en los sepultureros de la agresión militar, política y económica estadounidense que se cierne sobre toda la América Latina y el Caribe, inspirados en ejemplos como el de Hugo Chávez, cuyo legado nos recuerda que, a pesar de circunstancias hostiles, la victoria es posible. Su lucha y compromiso nos guían como rayo que ilumina la noche más oscura.

Un día como hoy, recordamos también el papel crucial que desempeñó el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz para demostrar que la integración es posible e impostergable, a través de mecanismos innovadores como los Tratados de Comercio de los Pueblos y de misiones sociales como Yo sí puedo y Operación Milagro.  Ambos programas, sin igual por su magnitud en el mundo, propiciaron en poco tiempo que millones de personas de la región se alfabetizaran y recuperaran la visión, y contribuyeron al desarrollo espiritual y material de comunidades enteras.

Lo que ayer representaron estas misiones, hoy nos proponemos hacerlo, en medio de descomunales desafíos, a través de proyectos nuevos para consolidar la Alianza y contribuir al bienestar de los pueblos, sobre la base de la Agenda Estratégica 2030 del ALBA-TCP que aprobamos en Caracas en 2024.

Tales son los casos, entre otros, de AgroALBA, cuyo objetivo es propiciar inversiones que permitan desarrollar los sectores agrícola, pecuario y avícola, y los sistemas productivos también, en cada uno de nuestros países, y de ALBA Azul, que se propone desarrollar las capacidades pesqueras y acuíferas de los países miembros. Ambos están ya en fase de implementación en Cuba y estamos comprometidos con su éxito.

A esto se suma el alistamiento al Buque del ALBA, medio que facilitará o que ya está facilitando el comercio y la integración entre las naciones, y que ya hemos recibido en puertos cubanos, incluso recientemente, trayendo la generosa ayuda aportada por la hermana Venezuela y el ALBA a las provincias y familias severamente afectadas por el huracán Melissa.

Hermano Maduro, compañeras y compañeros, nuestra gratitud es infinita.

Para seguir avanzando en el logro de estos y otros muchos propósitos tenemos un referente esencial y permanente en Fidel, quien con su fuerza de voluntad y ejemplo revolucionario impregnó a esta Alianza, desde su nacimiento, de espíritu antimperialista, defensa férrea de la autodeterminación de los pueblos, y también como Raúl, de la convicción de que Sí se puede. Su visión no se limitó a lo económico, sino que comprendió la necesidad de librar una verdadera batalla de ideas, de desarrollar un proyecto cultural y educativo que promoviera la unidad en la diversidad y la formación de una conciencia latinoamericana y caribeña.

Recordar y honrar al Comandante en Jefe en la forja de este modelo de Alianza de nuevo tipo, basado en la solidaridad, la cooperación, la complementariedad y la justicia social, en la víspera del año del Centenario de su natalicio, es un compromiso con su legado y uno de los mayores homenajes que la familia del ALBA le puede rendir a un estadista universal como Fidel.

Que el ALBA esté reunida hoy es una demostración de fidelidad a esos principios, a sus fundadores, Fidel y Chávez, y a sus inspiradores, Bolívar y Martí.

Las apetencias imperialistas de los enemigos no podrán socavar jamás la unidad de los pueblos, no podrán doblegar, con sus amenazas y agresiones, la voluntad de lucha ni la fe en la victoria.

El ALBA continuará siendo espacio esencial de solidaridad y digna resistencia frente a las campañas desestabilizadoras, las medidas de presión y las más diversas formas de agresión.

Fieles a las ideas de Bolívar, Martí, Fidel y Chávez, forjadas a lo largo de más de doscientos años, seguiremos luchando por un objetivo común: la unidad, la paz y la soberanía de nuestros pueblos.

¡Hasta la Victoria Siempre!  

Muchas gracias, Maduro (Aplausos).

Tomado de Presidencia Cuba

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