Aniversario 62 de la creación de Comités de Defensa de la Revolución. ¿Cómo lograr que los CDR sigan siendo una organización de vanguardia? ¿Cómo revitalizar su papel dentro de la sociedad cubana, tan llena de matices, tan compleja hoy?
A más de uno he escuchado decir que se vuelven fiesta el 28 de septiembre, caldosa y música de un día y me resisto a pensar que sea así.
Hay tantas y tantas cuestiones que hoy deberían estar en el día a día de los CDR y muchas veces se muestran ausentes, ya sea por dejadez, por indolencia, por puro formalismo… Y así de momento pudiera mencionar algunas de ellas.
En sus años fundacionales se buscaba un Comité de Vigilancia, que velara y resguardara al proceso revolucionario desde cada cuadra, desde cada barrio, y eso se ha hecho, aunque en algunos lugares no se perciba la fuerza y el empuje de la más grande organización del país.
Mas, en el contexto cubano hoy corresponde a los CDR mucho más que organizar una guardia cederista, pero además, velar por los casos vulnerables de cada comunidad, tocar las puertas -o mejor dicho- tenerlas abiertas para los trabajadores sociales y saber de su localidad quién trabaja, quién no, qué niño no va a la escuela porque los padres bebieron sin control hasta pasadas las dos de la madrugada o se acostó sin comer.
Al CDR corresponde saber y actuar con la familia que no protege a su anciano en casa, la que maltrata a la abuela, la que ha puesto a su hijo adolescente a vender cualquier cosa. También le toca interesarse por la madre, los niños y la esposa del que está cumpliendo misión internacionalista, del que cumple sanción penitenciaria y debe estar al tanto también para reconocer al que es destacado en su trabajo, en su escuela, en su cooperativa o su taller.
Al CDR nada le puede ser ajeno, aun cuando existan organizaciones, asociaciones o instituciones encargadas por decreto de hacer todo esto que acabamos de decir, pero el cubano nace en el seno del CDR.
Y nadie en esa cuadra puede o debería dormir tranquilo si sabe que uno de los ancianos que lo ha visto crecer puso la cabeza en la almohada sin llevar algo a su estómago porque el mensajero tuvo un problema -un ejemplo hipotético- y no llegó con los alimentos del SAF o simplemente porque su refrigerador estaba vacío.
Y ello se suma lo que siempre hemos sabido, mantener la comunidad limpia, cooperar y garantizar los procesos que enarbola el país.
En los últimos tiempos los CDR han salido también del marco estrecho que puede ser una comunidad, por eso cada día son más las instituciones y personas que reciben el Premio del Barrio, esa distinción que en su esencia misma parece ser entregada por el pueblo de Cuba, ese que trabaja todos los días, que resiste, que busca fuerzas de donde no las hay y sale adelante.
Este 28 de septiembre habrá celebración también, porque la COVID-19 nos negó la posibilidad de festejar el año pasado, y la fiesta de los CDR es tan sagrada en muchos barrios que no pocos esperan ese día para, a pesar de todo, festejar en grande.
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