Coral Barrios Silva, Doctora en Ciencias de la Educación y profesora de la escuela pedagógica «Tania La Guerrillera», aprendió cómo conectar la agronomía, la pedagogía y un profundo amor por el medio ambiente.
Lleva casi cuatro décadas dedicada a la formación de futuras generaciones bajo una convicción: el conocimiento es la herramienta más poderosa para proteger el planeta, nuestro único hogar.
Con una trayectoria marcada por el crecimiento continuo y llena de propósito, su viaje profesional inició en el campo, como Ingeniera Agrónoma.
«Fui a trabajar para el central «30 de Noviembre», donde me hice especialista en lucha biológica, y el entorno social, las comunidades con las que yo convivía allí, me hicieron pensar que debían conocer y debían saber… y es desde la educación que ese conocimiento tiene que estar para que el entorno ambiental sea mejor. Y dije, voy a dedicarme a la pedagogía, pero ¿cómo hacerlo desde un laboratorio de lucha biológica…?
“Entonces hubo un pedido de especialistas agropecuarios para trabajar en los politécnicos de agronomía y ahí empiezo a hacer los diplomados y las especialidades en pedagogía hasta que estudiando y estudiando logré hacerme máster.
«Cuando empezaron las nuevas tecnologías, la informática me interesó muchísimo también y supe que la gente joven tenía que prepararse para el futuro y decidí estudiar la licenciatura en educación informática porque lo creía importante para el desarrollo y comencé a trabajar en el politécnico de informática de aquí de Pinar del Río.
«Pero siempre con la misma línea de investigación sobre medio ambiente, sobre las plantas, sobre el entorno social, económico y ambiental de las personas… Nunca me separé de esa línea”.
Del aula a las comunidades
Coral comprende que el conocimiento científico sobre el medio ambiente solo cobra verdadero sentido si es compartido y se convierte en motor de cambio para las comunidades.
De ahí que, para la profesora Barrios, la teoría resulta insuficiente. Su metodología se basa en la experiencia directa y la investigación aplicada al entorno inmediato del estudiante.
Bajo su guía, los alumnos investigan la realidad que los rodea. Según refiere ella misma: «Incluso en informática, los proyectos de investigación de mis alumnos estaban relacionados precisamente con el entorno social y ambiental donde ellos vivían.
«Los de Viñales estudiaban las orquídeas endémicas; los de zonas costeras, la diversidad biológica de sus litorales. La informática se convierte en un puente para crear programas y multimedias que den vida a estos conocimientos”.
Desde hace años, la profesora Barrios Silva integra un proyecto nacional que inserta la educación ambiental para el desarrollo sostenible en todas las escuelas pedagógicas de Cuba.
“Desde 2013 estoy trabajando con los alumnos de la escuela pedagógica en ese proyecto y en Nociones de la Investigación Pedagógica e Innovación Científica, dirigida a la preparación de los futuros profesionales de la educación graduados de dichas escuelas pedagógicas para asumir la parte de investigación cuando ellos estén en la universidad.
“Trabajo en la escuela pedagógica «Tania La Guerrillera», pero además en todas las escuelas pedagógicas del país mediante ese y otros proyectos. Es decir, todos los años nos reunimos, hacemos actividades, damos conferencias e interactuamos, compartimos y socializamos, porque todas las áreas de Cuba no son iguales. Es decir, que los entornos son diferentes, por lo tanto, es un reto preparar a esos docentes para diversos contextos sociales”.
Y este aprendizaje trasciende las paredes de la escuela. En la comunidad de El Cafetal, en el municipio pinareño de San Luis, Coral impulsa un proyecto comunitario donde grandes y pequeños se reúnen para conocer la botánica local y la diversidad biológica. Es un espacio de intercambio donde la maestra, también, aprende.
“Ahí yo he aprendido con los pequeñitos de esa zona, he aprendido de plantas, he aprendido de cosas de muchas cosas, por lo tanto, es retroalimentación constante”.
Que sea un mundo mejor
Pero ¿de dónde nace este compromiso inquebrantable? Coral dice que de sus abuelos. Una herencia que ahora se esfuerza por transmitir a sus alumnos y a su propia familia.
«Mi abuelo materno con los animales y mi abuela con las plantas; por su parte mi abuelo paterno tenía un cañaveral particular en la zona de Harlem y con él aprendí mucho de la caña de azúcar, fíjese que cuando yo me gradué de ingeniera agrónoma, fui a trabajar para el “30 de Noviembre” por el dominio que tenía del cultivo de la caña de azúcar, porque aprendí mucho, mucho con él.
“Y mi abuela materna, me enseñó la importancia que tenían las plantas medicinales para la salud, cómo usarlas para evitar la toma de medicamentos excesivos porque hacían daño.
“Mi abuela era analfabeta, era -como decía mi tío-, una bruja empírica y de ella aprendí, aprendí y heredé un jardín de plantas medicinales; incluso tengo familiares en toda Cuba y a veces me escriben por WhatsApp, por correo y me preguntan sobre una planta específica, si sirve para esto, para lo otro…
“Le tengo mucho amor a las plantas y mucho respeto. Ellas nos dan el oxígeno, nos dan el alimento y me molesta mucho cuando cortan una sin saber por qué”.
Para ella cada acción cuenta. Desde poner a salvo cualquier animal como un acto de justicia ecológica, hasta explicar con paciencia la importancia de los microorganismos del suelo. Su filosofía es simple, pero poderosa, es una lección de vida.
“El otro día yo venía de mi casa, iba para la panadería y me agaché y una compañera mía que venía conmigo me preguntó qué estaba haciendo. Yo estaba recogiendo unas babosas del medio de la acera, las cogí con la mano y las eché en la hierba. Ella me dijo ¿cómo es que tú haces eso? Y yo le respondí: Ellas tienen tantos derechos como tú, hasta ahora.
“Le expliqué también que tenían función. Los pequeños insectos, le dije yo para explicarle, esos pequeños animales de la mesoflora de los suelos son los que degradan las bacterias, los microorganismos… y hacen útil el alimento del suelo para las plantas”.
La obra de Coral Barrios Silva nos reafirma que la educación es la semilla del cambio. A través de una vida dedicada a conectar la ciencia con la pedagogía y el amor por la naturaleza, siembra en sus alumnos la esperanza de un futuro más sostenible.
«Ojalá, como digo yo, alguna de las personitas, o sea, de los alumnos que están sentados en mi aula, se lleven un poquito de este aprendizaje, se lleven un poquito de este amor que siento yo por mi mundo y que lo transmitan y que el mundo sea un mundo mejor».
Tomado de Radio Guamá








