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¿De dónde vienen los habanos? Viaje al corazón del tabaco cubano 

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Pinar del Río aporta más del 70% de la actividad tabacalera cubana. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.
Pinar del Río aporta más del 70% de la actividad tabacalera cubana. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

Alicia Hernández se jubiló hace siete años y regresó al mundo del tabaco. Ahora se dedica a ensartar hojas en una casa de cura en la vega de Maikel Osorio, en Hoyos de Monterrey. Con ella trabaja su hermana, María del Carmen, que también vive en esta zona de San Juan y Martínez, Pinar del Río.

Alicia Hernández es una de las trabajadoras de la finca de Maikel Osorio. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

Más que un trabajo, para estas mujeres el tabaco es tradición familiar. “Nuestro papá era pequeño agricultor y desde chicas íbamos con él al campo, a ensartar tabaco. En mi caso, comencé a trabajar después en una empresa, pero seguía ayudándolo los fines de semana”, comenta Alicia. Ella y su hermana son dos de las 12 mujeres que trabajan en esta vega.

El lugar, de por sí, es una invitación a la visita. Desde el vistoso sembrado, hasta el amarillo intenso de la casa de cura y el cartel de su techo -donde se puede leer: “San Juan y Martínez, la Meca del tabaco”-; el visitante empieza a preguntarse qué hay tras esa cultura del detalle.

La casa de cura es un lugar fresco. Si se mira hacia arriba, se encuentran miles de hojas ensartadas en cujes, que deben esperar alrededor de tres meses y medio para completar el proceso de secado.

Desde el sembrado vistoso hasta el amarillo intenso de la casa de cura y el cartel de su techo, donde se puede leer: “San Juan y Martínez, la Meca del tabaco”; el visitante empieza a preguntarse qué hay tras esa cultura del detalle. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

En el exterior prima la diversidad: desde plantas que ya completaron el proceso de crecimiento hasta algunas de pocos centímetros, que fueron sembradas hace unos días.

Si bien las mujeres que ensartan las hojas son en su mayoría de la tercera edad, quienes trabajan el campo -15 hombres- son jóvenes en buena medida.

Lázaro Jesús Díaz Antigua y su hijo trabajan en las plantaciones. Según Lázaro, la mejor temporada para sembrar tabaco es a partir de septiembre. “En el pueblo no tenemos muchas opciones laborales, y contamos con esta etapa para subsistir y desarrollarnos”, explica.

En cuanto a su jefe, Maikel Osorio, es un joven de poco más de 30 años que heredó la finca de su padre hace alrededor de tres años. Desde que su padre comenzó en el mundo del tabaco, en 2006, el joven comenzó a interesarse por la agricultura. “Yo tenía 16 años entonces. Iba a la escuela y por la tarde me incorporaba a trabajar la tierra”.

La finca de Maikel Osorio tiene capacidad de aportar al país 1.6 toneladas de tabaco por hectárea. Sin embargo, los fenómenos meteorológicos pueden afectar el rendimiento, como en todos los cultivos.

En las plantaciones trabajan 15 hombres. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

Fue el caso del huracán Ian, que arrasó hace poco más de un año la provincia de Pina del Río. A Osorio le derribó una casa de cura y le causó afectaciones en la otra. “Al siguiente año sembramos tabaco, pero no el 100% de las 6.9 hectáreas que suelo cosechar, sino la mitad, porque teníamos una sola casa de cura”, recuerda.

Este año sí sembró el 100% de su tierra y, gracias a la empresa y la cooperativa, pudo levantar otra vez la segunda casa de cura.

Osorio cosecha, ensarta, seca y vende sus producciones a la Empresa de Tabaco Municipal Hermanos Saíz, que se encarga de los siguientes procesos industriales. Las hojas del tabaco que recoge, sembradas al sol, forman la tripa de los habanos. Esto hace que su proceso industrial posterior sea en un centro de despalillado.

Casa de cura de tabaco, en la zona Hoyos de Monterrey, en San Juan y Martínez. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.
Luis Ángel Ortega trabaja hace cuatro años como despalillador. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

La única entidad donde se despalilla en San Juan y Martínez es la UEB Despalillo V-D-2, diseñada para procesar la tripa de exportación, que pasa más tarde al torcido de exportación.

De acuerdo con Vladimir Ríos Pérez, director de Preindustria de la Empresa de Tabaco Hermanos Saíz, cuando se recibe la materia prima de las escogidas, se hace una premoja. Luego se sacude la hoja para trabajar el tabaco; y se pasa a la moja, en grandes bateas. Más tarde, las hojas se ubican en casillones, donde pueden estar hasta 30 días.

Completado el proceso anterior, la hoja llega a los salones para ser despalillada. El tabaco entra con una característica definida, que es la tripa según su fortaleza, y en el salón se clasifica de acuerdo a su tamaño, y se despalilla el 50% de la hoja.

Posteriormente, es llevado a los burros o pilones, donde, en dependencia de la fortaleza, puede estar entre 15 y 90 días, como parte de la segunda y más importante fermentación que se realiza en el despalillado. Por último, se decide si el tabaco está en condiciones óptimas para llevarlo a las cámaras de secado, donde se coloca en planchas de hasta cinco centímetros.

Juana Ruz García tiene 77 años y es despalilladora ayudante en la UEB. A los 55 años se jubiló en este mismo lugar, luego de más de una década de trabajo como despalilladora. Ahora regresó, para ayudar en la labor a su hija y su nieta. “Esto me gusta, me entretengo. Y estaré aquí hasta que Dios lo permita”, confiesa.

Juana Ruz García tiene 77 años y es despalilladora ayudante en la UEB. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

En la sala de despalillado se encuentran diversidad de rostros. La mayoría, mujeres de mediana edad, pero también adultos mayores y jóvenes.

Es el caso de Luis Ángel Ortega, que a sus 24 años sorprende por la destreza y rapidez a la hora de trabajar. “Apenas salí del servicio militar me incorporé a este centro y ya llevo cuatro años aquí”, comenta. Sobre su futuro profesional, señala que no imagina otro lugar para laborar por el momento, y se define como un apasionado por el mundo del tabaco.

Otros planes tiene Liliana Peña Márquez, que a sus 23 años y tras casi un quinquenio como despalilladora, está estudiando para obtener el duodécimo grado y optar por otro futuro profesional.

Manojeo del tabaco en la UEB V-12-28 de la Empresa Hermanos Saíz. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

El tabaco que se siembra tapado -que sirve para el capote- requiere otro tratamiento industrial que, en el caso de San Juan y Martínez, se desarrolla en la UEB V-12-28 de la Empresa Hermanos Saíz. Allí se procesa el tabaco destinado a la exportación y al consumo nacional.

“Los campesinos son nuestros clientes y les acopiamos los tabacos por cortes. Estas hojas no se despalillan, sino que pasan por otros procesos”, explica Ellimay Herrera Linares, administradora de la UEB.

Curiosamente, como en la finca de Maikel Osorio, hay cierta división de trabajo por sexos. Por lo general, las mujeres son las encargadas de separar el tabaco por tipo de hoja y tiempo; y los hombres lo seleccionan por tamaño y se ocupan de la revisión.

En la UEB V-12-28 el tabaco se pone en burros por un tiempo, pasa al manojeo y luego a la producción terminada, donde los manojos (de alrededor de 200 hojas cada uno) se envuelven con yagua y papel.

“Las producciones en el municipio llegan hasta este nivel. Luego comercializamos el tabaco a la empresa aseguradora de producciones Rama, que se encarga de distribuirlo en las fábricas de torcidos”, comenta Ellimay.

Pinar del Río aporta más del 70% de la actividad tabacalera cubana. Cuenta con 11 empresas destinadas a ese fin y en cada municipio existe una”, señala Luis Enrique Blanco Martínez, director agrícola del grupo Tabacuba.

En la más occidental del país se producen todos los tipos de tabaco y, según el directivo, se están introduciendo tecnologías para potenciar la producción de capas con un alto valor exportable.

Tabacuba destina financiamiento para potenciar la curación, el riego y el uso de la energía renovable.

“Hemos trazado estrategias, líneas de aseguramiento, y contamos con proveedores estables. Además, trabajamos con la recién creada Tabaimport, para importar los recursos que necesitamos”, explica Blanco Martínez.

Tal es la relevancia de la provincia, que los resultados de la finca y las dos UEB de San Juan y Martínez a las que nos hemos referido, las hicieron puntos de visita claves durante el XXIV Festival del Habano.

Más allá del proceso industrial en sí, sorprende la humildad y disposición de los trabajadores en cada lugar. Ellos son el alma del proceso y su idiosincrasia nutre de cubanía el ritual de elaboración de los mejores tabacos del mundo: los habanos, esos que todavía se fabrican a mano y a puro corazón.

El tabaco cubano es reconocido en el mundo por su variedad y calidad. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.
Pinar del Río aporta más del 70% de la actividad tabacalera cubana. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.
Casa de cura de tabaco, en la zona Hoyos de Monterrey, en San Juan y Martínez. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.
Casa de cura de tabaco, en la zona Hoyos de Monterrey, en San Juan y Martínez. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

(Tomado de Cubadebate)

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