Te invitamos a ponerte ropa cómoda, zapatos deportivos, cubrirte con gorra o sombrero y con la mochila a la espalda, emprender el viaje hacia el destino de hoy: la Península de Guanahacabibes.
Ubicada en el extremo occidental con una extensión de mil 60 kilómetros cuadrados, es el último sitio de la geografía insular, que ve ocultarse al sol.
La configuración alargada y estrecha del territorio permite una línea costera de 275 kilómetros, al norte ciénagas y pantanos, donde predomina el manglar, al sur alternan las playas con el arrecife y los acantilados.
Campos de lapiez o “diente de perro”, hacen difícil el andar. Grutas, dolinas, hoyos, lagunas se han originado aquí como consecuencia de los procesos de disolución del carbonato cálcico por la interacción de las aguas pluviales.
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La Península, que es reserva de la biosfera, tiene 121 mil 572 hectáreas que atesoran el Parque Nacional Guanahacabibes de casi 40 mil y dos reservas naturales: Cabo Corrientes y El Veral.
Sus importantes valores de flora y fauna, junto a los atractivos que encierran los fondos marinos, son punto de encuentro para los visitantes.
Por otra parte, las playas son de excelente calidad, cada año se convierten en refugio seguro para tortugas marinas que buscan sus costas para desovar. De ahí, que en los meses de verano, llegan hasta aquí voluntarios para sumarse al cuidado y la conservación de la especie, los que pernoctan en campamentos que levantan en los alrededores.
Un enorme caudal de riquezas naturales e históricas es protegido en esta región del extremo occidental cubano que oculta leyendas insospechadas.
Otra de las atracciones de la Península es la presencia cada año, con la llegada de las primeras lluvias, de los cangrejos rojos que buscan el mar para desovar.
Si aún no has estado en Guanahacabibes espero haberte acercado al sitio que quizás pueda ser tu próximo destino.
