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Los jóvenes y el país soñado por Fidel

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Los jóvenes y el país soñado por Fidel
Foto: Cubadebate

Seis años atrás la noticia estremeció por igual a seguidores y adversarios: había muerto Fidel Castro, el máximo líder de la Revolución cubana. Pocos podían creerlo, a pesar de sus 90 agostos, y, para no dejar cabos sueltos, marchó justo 60 años después de que el yate Granma zarpara de las costas mexicanas.

Giselle estaba en su casa en la noche de aquel viernes de 2016, cuando Raúl dio la noticia del fallecimiento del líder. Vio a su padre llorar, como pocas veces, y sintió que debía hacer algo para canalizar sus propios sentimientos. Al día siguiente, junto a los muchachos del proyecto Nuestra América salió del instituto Juan Marinello con banderas, flores y un pequeño yate Granma. Echaron el yate en el malecón habanero. “Era un intento de decir al Comandante: ‘Ahora vuelves a salir, como aquel 25 de noviembre’”.

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Josué también vio llorar a su madre cuando supo lo ocurrido, y con ella a su generación y a la anterior. Se percató entonces de que se les había ido un pedazo. Dos días después, cuando se disponía a asistir a la despedida del Comandante en la Plaza de la Revolución, su abuelo, enfermo, encamado y sin acordarse de nadie (ni siquiera de su hija), le susurró al oído: “dale saludos de mi parte”. ¡El misticismo estaba en el aire!

La más chica de todos, Belsis, estaba cursando onceno grado en la Lenin a finales de 2016. Su abuela le avisó lo ocurrido y la invadió la tristeza. “No entendía bien por qué me sentía así, si tenía una relación distinta con el líder, en comparación con la de mi abuela y mi madre. Supongo que el duelo y la tristeza de muchos cubanos se lograban conectar. Se sentía una orfandad muy grande”, recuerda. Estuvo ocho horas en la despedida en la Plaza y luego, de madrugada, esperó el cortejo fúnebre en el Cotorro.

A 72 kilómetros de la capital, Yuniel también estuvo entre quienes salieron a la Carretera Central a despedir al líder cubano cuando sus cenizas recorrían el trayecto de la Caravana de la Libertad, pero en sentido contrario. Mientras esperaba el féretro se hizo una pregunta recurrente: ¿Qué haremos ahora? Seis años después le sigue dando vueltas en la cabeza. Seis años después, se atreve a asegurar los cubanos necesitaremos a Fidel siempre.

Giselle Armas (profesora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales), Josué Benavides (profesor de Física de la Universidad de La Habana), Belsis Rodríguez (estudiante de Comunicación Social) y Yuniel González (trabajador social mayabequense) han encontrado inspiración en el pensamiento de Fidel Castro en los tiempos que corren. Jóvenes todos, han accedido a compartir sus apreciaciones sobre el Comandante y su legado en el contexto actual.

Un líder, varias percepciones

Foto: Cubadebate

“Veo a Fidel como mi padre simbólico, mi referente. Pero también es la persona que me ‘jala las orejas’ y me dice: ‘tienes que hacer más porque Cuba lo necesita urgente’. Entonces, alerta, moviliza y hace pensar. Todas esas cosas al mismo tiempo”, dice Giselle.

Si le preguntan por los recuerdos de su infancia, enseguida evocará, como uno de los más vívidos, cuando llegaba de la escuela y seguía el discurso de Fidel por los televisores de cada casa del barrio.

Algo parecido ocurría en el hogar de Josué, donde era inviolable ver la Mesa Redonda cuando el Comandante comparecía. “Como es lógico, a la edad de siete u ocho años no lo veía como la personalidad política que era. Era más bien un abuelo, alguien que hacía muchas cosas por la población”, comenta.

Con el paso del tiempo, identifica la grandeza de Fidel en su radicalidad: el tener claro desde el inicio el objetivo y dirigir la Revolución, renunciando a todo tipo de privilegios. “¿Cuántas veces fue derrotado? ¿Cuántas veces fracasaron sus intentos? Sin embargo, siempre mantuvo la esperanza, ese hálito de posibilidad que los revolucionaros aprovechan para quebrantar las fuerzas dominantes”, sostiene.

Con él coincide Belsis y recuerda que el pensamiento de Fidel es una fuente a la que se debe volver de manera constante. “Su legado ha permanecido, pero no para hacerle un monumento, elogiarlo y dejarlo ahí, sino para que nos nutramos de sus enseñanzas y las mantengamos vivas”, comenta.

Estos jóvenes no presenciaron la efervescencia de los años posteriores al triunfo de 1959: Girón, la Campaña de Alfabetización, la limpia del Escambray…No fueron testigos de las relaciones entre Cuba y la Unión Soviética. Dos de ellos, no obstante, concretaron algo difícil para los muchachos de su generación: pudieron conocer personalmente a Fidel en los últimos años de su mandato.

Giselle recuerda la fecha exacta en que lo vio por primera vez: el 7 de diciembre de 1996. Estaba en hombros de su padre, en El Cacahual, y lo que más fijó en la memoria su cerebro de cinco años fue que se trataba de una persona «muy alta». Lo volvería a ver un 28 de diciembre, cuando el Comandante salió al espacio público por primera vez tras su enfermedad. “Ya yo estaba en la universidad y para mí fue impresionante verlo. Aún sigo viéndolo con su estrella y con ese lado humano que todos tenemos”, dice.

Yuniel tuvo la oportunidad de estrechar la mano de Fidel. Por eso, recuerda con sumo cariño el año 2004, cuando -tras haber sido un estudiante integral- el líder le entregó su diploma de graduado de la Escuela de Trabajadores Sociales (en Cojímar). “Fue uno de los momentos más emotivos de mi vida. Cuando me estrechó la mano sentí que estaba fijando un compromiso con el pueblo, con él y con el futuro”, señala.

Fidel y la Cuba actual. ¿Qué piensan los jóvenes?

Foto: Cubadebate

Tras la desaparición física del Comandante en Jefe el pueblo cubano ha debido enfrentar numerosos obstáculos, desde fenómenos naturales hasta la pandemia de covid-19 y el recrudecimiento del bloqueo impuesto por Estados Unidos. Todo ello ha complejizado un contexto social, matizado ya no solo por elementos físicos, sino también por los discursos de las redes digitales, donde predominan las fake news y las campañas contra el gobierno cubano.

En medio de ese panorama, Josué considera que debemos acudir a las enseñanzas fundamentales del Comandante. A su entender, son tres: 1-) no esperar las condiciones propicias, sino crear las condiciones para hacer avanzar el proyecto. 2-) Los conflictos sociales se resuelven con el pueblo y no solo «por» el pueblo. 3-) Los derechos sociales no pueden ser actos de caridad ni clientelismos.

“Obviamente, hay que hacer las cosas bien desde el puesto que sea. Eso no es otra cosa que practicar nuestra labor teniendo en cuenta de qué manera tributa a las mayorías. Un científico no puede estar refugiado en su burbuja académica todo el tiempo. ¿Soy más útil con el tubo de ensayo que en un puesto de dirección? Puede ser, pero ¿quién va a dirigir la política científica? ¿Quiénes van a educar a nuestros hijos y nietos? La gente no concientiza esto con un discursito, esto no es magia. Por tanto, a quienes lo tenemos claro, nos toca crear condiciones para que se entienda el mensaje de manera cada vez más diáfana”, dice.

Para Belsis, desde su puesto de estudiante y militante de la UJC, cumplir con ese legado es un desafío. “Hasta el momento creo que lo hago desde la autocrítica, el estudio y la práctica constantes, manteniendo la sensibilidad y eliminando la indiferencia ante las injusticias que suceden todo el tiempo en la comunidad, en las aulas, en el hogar, con las amistades”, explica.

Otros tres elementos del pensamiento fidelista que pueden arrojar luz en la realidad cubana actual son considerados por Giselle. Explica que, en primer lugar, se debe trabajar con el concepto de pueblo del Comandante, para identificar qué características tiene el pueblo cubano hoy y fortalecer su poder. En segunda instancia, retoma la necesidad de mantener los principios éticos de la Revolución, con los seres humanos como centro del proceso.

En tercer lugar, explica que existen aspectos sobre los que decimos: “eso siempre ha sido así”, pero hay que cambiarlos si es preciso. “No podemos, por ejemplo, decir que la situación está mala y quedarnos solo en eso. Incluso, hay elementos que los acumulados históricos de la Revolución nos dicen que han sido así siempre en el país, pero podemos recrearlos y superarlos. Fidel nos enseñó a eso y su decisión de no poner un busto ni de que se hiciera culto a su personalidad va por ahí: si en alguna ocasión hay que superar elementos de la Revolución -en este momento de involucrar más sujetos, de trabajar desde otros modos la participación política- yo creo que Fidel nos diría: ‘bien, ese es el camino’. Hay que correr esas cercas cada vez más, porque es necesario en este contexto”, señala.

Los criterios de los muchachos están en consonancia con una máxima por la que Fidel siempre apostó: que las juventudes no fueran solo sujetos de movilización y tareas de choque, sino que también tomaran decisiones y crearan el país del presente.

Para ello, Yuniel considera que se debe mirar también la historia y aplicar conceptos como el de Revolución, del Comandante, que permitan corregir la sociedad de hoy y proyectar la del futuro.

En opinión de Belsis, es necesario luchar contra la indiferencia, de la que todos somos cómplices cuando no criticamos o denunciamos lo mal hecho. Por ello, considera imprescindible movilizarse contra la corrupción, la burocracia, la meritocracia, la injerencia y todos los tipos de colonización.

Josué es rotundo: “Un pueblo como este, merece la victoria. Ver un país con las carencias que tiene Cuba: falta de medicamentos, falta de alimentos, el capitalismo mundial haciéndole pagar a los 11 millones de cubanos su manera de decidir su camino…y que, aún así, la gente resista con dignidad es algo que asombra. Tantos años de lucha no pueden ser en vano. No soy partidario de las teorías de la conspiración que plantean que una cúpula dirige como titiriteros a los millones, o que esos millones son corderos (les llaman también) y por ello no se rebelan. No hay diferencias entre esos planteamientos y los argumentos sobre reptilianos y terraplanistas. Sinceramente no sé bien qué va a pasar en unos pocos años, pero tarde o temprano venceremos, y Fidel nos estará viendo orgulloso, dondequiera que se encuentre”.

Tomado de Cubadebate

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