El pronóstico estacional emitido por especialistas del Centro del Clima y el Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología, predice que la temporada ciclónica 2024 será muy activa en toda la cuenca del Atlántico norte (incluye también al golfo de México y el mar Caribe), al esperarse la formación de veinte tormentas tropicales, de las cuales once podrán alcanzar la categoría de huracán.
Como informó a Granma el doctor Ramón Pérez Suárez, uno de los creadores del pronóstico cubano para predecir el probable comportamiento de la actividad ciclónica en nuestra área geográfica de interés, junto a las doctoras Cecilia González y Maritza Ballester (ya fallecida), del total de organismos tropicales con nombre previstos, catorce deben desarrollarse en la zona oceánica del Atlántico, cuatro en el mar Caribe y otros dos, en el golfo de México.
Resulta oportuno recordar que para la serie de años comprendida entre 1991 y 2020, el promedio histórico anual de surgimiento de sistemas ciclónicos tropicales es de catorce.
Según indicó el doctor Pérez Suárez, las probabilidades de que se origine e intensifique al menos un huracán en el Caribe son muy altas con un 85 por ciento, mientras es del 70 por ciento para el caso de que uno de procedencia atlántica penetre en el mar Caribe.
Precisó que, el peligro de que Cuba sea afectada por al menos un huracán, es muy elevado al tener un 80 por ciento de probabilidad. En cuanto a la posibilidad de impacto a la mayor de las Antillas de al menos un ciclón tropical, la cifra sube al 90 %.
Consultado sobre el tema, el investigador del Centro del Clima precisó que las condiciones oceánicas y atmosféricas sobre el Atlántico y el mar Caribe, serán muy favorables al desarrollo de la actividad ciclónica, tomando en cuenta los valores muy altos de la temperatura superficial del mar (de junio de 2023 a abril de 2024 han alcanzado cifras récords cada mes para el periodo 1951-2024) y el observado debilitamiento del evento El Niño/Oscilación del Sur (ENOS), que debe finalizar en mayo para posteriormente, establecerse condiciones neutrales.
Se une a lo anterior la alta probabilidad de que un nuevo evento La Niña/Oscilación del Sur (AENOS), surja y entre en pleno desarrollo a partir de julio o agosto.
Consistente en un enfriamiento anómalo de la temperatura oceánica en el océano Pacífico ecuatorial, La Niña suele provocar una disminución de la llamada cizalladura vertical del viento en la altura en la cuenca del Atlántico, un factor clave para la formación e intensificación de los ciclones tropicales.
Una actualización de este pronóstico, que desde 1996 emite el Instituto de Meteorología, se hará el primero de agosto.
(Tomado de Granma)