Este primero de julio, se impone dialogar acerca del verano, las vacaciones… Ese periodo que, sobre todo para niños, adolescentes y jóvenes, significa descanso de las tareas escolares, esparcimiento, gozo; en tanto, para los mayores de casa es también un tiempo de relajación y además, el momento de ordenar cuestiones hogareñas.
Las ilusiones y expectativas por encima de las posibilidades reales que tenemos, generalmente provocan frustración, y muchas veces la satisfacción de nuestras necesidades o aspiraciones dependen de otras personas, de gestiones de terceros o de servicios que se nos escapan de las manos.
Y no se trata de ser conformista, sino de aprovechar aquello que en realidad tenemos al alcance, en especial, para sentirnos bien y no transmitir al resto de la familia que han sido, en este caso unas vacaciones perdidas ni mucho menos.
En ese sentido, es importante aprovechar los días de la etapa estival para compartir en familia, para ver televisión, series, leer, planificar actividades que podamos hacer en compañía de los hijos, de la pareja y que sabemos que nos harán sentir bien.
Esas son las cuestiones que podemos desde el plano personal, garantizar y explotar.
Ahora bien, está la responsabilidad del Estado, el gobierno y sus instituciones competentes de garantizar, aún con todas las limitaciones que tenemos, un Verano que cumpla con las expectativas de los cubanos, y en este caso de los pinareños, porque ninguna provincia se parece a otra, eso lo sabemos hace rato.
La campaña comunicacional habla de un Verano con Amor, pero lograrlo, en medio de la situación económica compleja y difícil que llega hasta un número importante de hogares, otras muchas personas tienen que dar lo mejor de sí, esforzarse hasta el límite. Hacer un plus, como dicen por ahí.
Están las instituciones culturales, que tienen obligatoriamente que llevar hasta sus salas las mejores propuestas, y ojo, ya se ha dicho que apenas tendremos bailables, con tantas plazas que esperan ansiosas a sus mejores cantantes, y tantos músicos deseosos de cantar.
Sería muy importante coordinar pasadías (situación del combustible de por medio) hasta las playas Boca de Galafre y Baylén, hasta Viñales, La Güira… por ejemplo.
También los centros de trabajo y los sindicatos deben apoyar este período y quizás brindar a sus trabajadores alguna que otra propuesta atractiva.
Y, sobre todo, hay que revisar hasta qué punto es en realidad el Consejo Popular la principal plaza para el disfrute, porque en no pocos lugares estos meses pasan, como años atrás, sin penas ni glorias.
Allí, en ese espacio, la única propuesta no puede ser un parque inflable de un dueño particular, cuyos precios desde hace mucho tiempo están por los cielos, unos 30 pesos por cinco minutos. Y uno abre los ojos y la boca y también el monedero, porque cualquier niño con energía da saltos sin parar casi media hora. Es muy injusto y triste en verdad.
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Cuando julio toca a nuestras puertas, hay que repensar y revisar ya, si tenemos ofertas con precios asequibles para todos los bolsillos, fundamentalmente para aquel que vive de su salario, hoy con muy baja capacidad de adquisición en medio del proceso inflacionario.
Está bien que existan propuestas caras, siempre habrá quien pueda pagarlas, pero lo importante aquí es que tengamos ofertas económicas también para el obrero, el médico, el maestro, para el que percibe una menor remuneración, porque ellos, que han trabajado cada día, que sortearon la Covid, los embates del ciclón y tienen aún su casa deshecha, que salen todos los días a la calle a trabajar sin importar el precio del transporte y el de las bolsas de pan; ellos y sus hijos también se merecen y tienen derecho a disfrutar de un Verano con Amor.
