Arroyos de Mantua, cuna de la flota langostera y anfitrión obligado de tormentas y frentes fríos que llegan del norte.
Por obra de las excepciones, la actividad pesquera no influye negativamente en la limpieza de las aguas y el crecimiento exuberante de los manglares que protegen la línea costera.
Patabanes, mangles rojos y otras especies vegetales recrean una diadema esmeralda que bordea playazos y cenagales por decenas de kilómetros hasta la Ensenada de Guadiana.
En esa zona de Mantua, el verde brillante contrasta con el azul pujante de las aguas, donde viven pelícanos, peces y otras especies marinas.
Tesoros invaluables de Mantua, naturaleza que apunta al golfo.
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