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«Estaremos en este lugar hasta lograr más arroz en Cuba»

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Tal como se había previsto, los rendimientos rondan, como promedio, las siete toneladas por hectárea. Foto del autor

Desde lo alto del dique, sin apartar la vista de un campo acabado de sembrar, Ariel García Pérez, director de la Empresa Agroindustrial de Granos (EAIG) Los Palacios afirma que hasta ahora las cosas marchan bien.

«La producción y los números lo dicen. Con esta colaboración y los recursos que ha aportado, hemos venido logrando lo que se esperaba».

Estamos en las terrazas planas de la granja Cubanacán, epicentro del Programa Conjunto Vietnam-Cuba para la producción de arroz en territorio pinareño.

A finales de 2024, estos campos enormes del sur de Vueltabajo se convirtieron en noticia, por ser las primeras tierras del país entregadas en usufructo a una empresa extranjera para su explotación. Diez meses después, Cubanacán muestra los resultados productivos.

Tal como se había previsto, después de una primera cosecha, los rendimientos rondan, como promedio, las siete toneladas por hectárea.

La diferencia es enorme con lo que sucede en el resto del macizo arrocero de Pinar del Río, en el que, debido la falta de insumos, combustible y piezas de repuesto para la maquinaria, las cosechas rinden, actualmente, alrededor de 1,5 toneladas por hectárea.

En total, la superficie que en la provincia hoy ocupa directamente la empresa vietnamita vma-Agri, suma 1 000 hectáreas que ya fueron sembradas totalmente, y buena parte de ellas también se cosechó.

Más de 1 170 toneladas de arroz consumo han sido distribuidas en Vueltabajo y Artemisa como resultado de esta experiencia, y las combinadas y los camiones continúan cortando y trasladando hacia la industria.

El Director de la EAIG señala que, en la actualidad, se lleva a cabo una nueva siembra en estas mismas áreas.

Además, se trabaja con un grupo de usufructuarios cubanos en tierras aledañas y en la granja Caribe, del municipio de Consolación del Sur, en un segundo modelo en el que la parte vietnamita aporta la semilla, los insumos y el asesoramiento técnico, y los campesinos se encargan de la producción.

«Esto es algo que ya hemos probado de manera experimental y que estamos seguros de que también funcionará», aseguró.

A finales de julio, la emisora Radio Guamá contaba precisamente la historia de un campesino de la Cooperativa de Créditos y Servicios Abel Santamaría, de Los Palacios, que había obtenido alrededor de ocho toneladas por hectárea mediante esta modalidad.

Al cierre del mes de agosto, cuando concluya el periodo de siembra, García Pérez estima que deben completarse unas 800 hectáreas por esta nueva variante, entre los municipios de Los Palacios, con 300, y Consolación del Sur con 500.

Para el Director de la EAIG, el Programa Conjunto Vietnam-Cuba constituye una vía importante para reimpulsar la producción de un alimento imprescindible en la mesa de los cubanos.

«El programa arrocero llevaba varios años sin el paquete tecnológico. Hoy el sector estatal no puede sembrar más, porque no lo tenemos. Hay tierras, agua, están los sistemas ingenieros, está el hombre, pero faltan los insumos para producir».

Sin ellos, advierte que es prácticamente imposible obtener buenas cosechas a gran escala.

«Eso sería sembrar, gastando bastante petróleo, porque la tierra hay que prepararla de todos modos, y sin coger los rendimientos necesarios.

«Lo que se está sembrando fuera del proyecto Vietnam está dando entre 1,5 y 1,7 toneladas por hectárea. Sobrepasar las dos toneladas es algo extremadamente difícil».

Ante esa realidad, el directivo afirma que se ha dado toda la prioridad a las áreas en fomento con la nación indochina.

Hacer coincidir ambos sistemas de trabajo no ha sido tan simple. Aun cuando se trata de un cultivo en el que todo está escrito, la forma de producir en ambos países es diferente.

Mientras los vietnamitas siembran manualmente o con drones, en Cuba las grandes arroceras de lo que se conoce como el «sector especializado» dependen de la aviación.

El Director de la EAIG recuerda que, en un primer momento, la parte extranjera hizo rechazo a usar aviones, de modo que se intentó a su manera.

Pero los campos son extremadamente grandes para sembrarlos con hombres, y los drones disponibles en el país no son funcionales para ese proceso.

Hacer que retomaran la siembra en el mismo punto en que se habían quedado, calculando a simple vista en un área tan extensa y sin puntos de referencia, era prácticamente imposible. Unas partes recibían el doble de las semillas y a otras no les llegaba ninguna.

Entonces se accedió a probar con la aviación y se decidió que era la opción más viable entre todas las que se tenían a mano.

García Pérez comenta que también para la aplicación de los insumos esta ha quedado como la vía más efectiva.

«Al principio las hacían con un tractor y con una fumigadora, hasta que apareció una plaga que les estaba dando trabajo controlar. Era un lote muy grande y los insectos se movían de lugar cuando sentían el ruido de los equipos. Entonces, los convencimos de emplear el avión, que cuando los bichos lo percibieran, ya lo tendrían encima, vieron la efectividad, y a partir de ahí, se ha seguido empleando».

Para la parte cubana también ha sido una etapa de aprendizaje.

Carlos Felipe Díaz Romero, subdirector productivo de la UEB Cubanacán explica, por ejemplo, que aquí nunca se había trabajado con semilla híbrida.

La novedosa variedad, traída de Vietnam, permite disminuir significativamente la norma de siembra.

Tradicionalmente, para cubrir una hectárea había que emplear alrededor de 130 kilogramos, pero con el híbrido asiático apenas se requieren entre 40 y 45.

«La diferencia es enorme. Tres veces menos de lo que nosotros usábamos. Entonces hay experiencias y conocimientos nuevos».

Aun así, los especialistas vietnamitas aseguran que los resultados hasta ahora pueden mejorar.

El doctor en Ciencias Pham Ngoc Tu, jefe del grupo que labora en Pinar del Río, explica que, desde el comienzo, ha habido una estrecha relación con sus homólogos cubanos.

«Hemos estado unificando las ideas, definiendo qué es lo mejor de la tecnología de Cuba, qué es lo mejor de la tecnología de Vietnam, y tomándolo para aplicarlo».

No obstante, advierte que existe un detalle fundamental: mantener la disciplina con un cultivo altamente exigente. «Hay que tener en cuenta en qué fecha sembramos, en qué momentos aplicamos fertilizantes, cuándo aplicamos pesticidas. Lo más importante es respetar el tiempo oportuno para cada actividad».

Aunque pudiera parecer obvio, se trata de un asunto que golpea una y otra vez en el sector arrocero de la Isla, y del que no escapa ni siquiera el Programa Conjunto con Vietnam.

«La producción necesita muchas actividades simultáneamente. A veces las hacemos a tiempo y a veces no, porque surgen dificultades», comenta Pham Ngoc Tu.

El día que Granma llegó hasta los campos de Los Palacios, por ejemplo, el avión encargado de realizar la siembra tuvo un desperfecto y no pudo volar. Así que para que no se fuera a echar a perder la semilla, que ya estaba pregerminada, se decidió reunir una treintena de hombres y hacer el trabajo manualmente.

Reina de los Santos, una mujer con 20 años de experiencia como jefa de lote en estas mismas áreas en las que ahora se desempeña, contratada por la empresa vma-Agri, confiesa que nunca antes se había sembrado de esa manera, y aunque productividad no es la misma, ni tampoco la calidad de las labores, al menos se evitaron las afectaciones con la semilla y el atraso en el cronograma.

Se trata de apenas una muestra del rigor con que el personal vietnamita ha asumido un proyecto que confirma los lazos de hermandad entre las dos naciones.

«Vinimos con una misión no solo económica, sino además por la amistad entre los dos países. Hoy la producción de arroz es muy importante tanto allá como aquí, así que nosotros estaremos en este lugar hasta lograr más arroz para Cuba», advierte Pham Ngoc Tu.

Motivado con lo que ya se ha alcanzado en el marco de un programa en el que todavía se siguen engranando mecanismos y optimizando los procesos con la entrada de maquinaria nueva, el Director de la Empresa Agroindustrial de Granos también es optimista.

«Hacía mucho tiempo que en estas tierras no se obtenían rendimientos tan altos. Por eso, la parte vietnamita está contenta, al ver el resultado del trabajo diario y la parte cubana está más contenta todavía».

(Tomado de Granma)

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